He estado a punto de escribirte, pero me ha dado vergüenza.
No quería parecer pesada.
No quería molestar.
No quería que pensaras que había un motivo detrás.
Porque a veces parece que si no hay un porqué, si no hay un pretexto, si no hay una razón concreta, no vale la pena escribir.
¿Cuántas veces hemos dejado un mensaje sin enviar?
¿Cuántas veces hemos guardado las ganas en el bolsillo?
¿Cuántas veces nos ha frenado el miedo a agobiar?
Y, sin embargo, qué bonito es saber que alguien se acuerda de ti. Qué bonito recibir un “esto me ha recordado a ti”. Qué bonito que alguien piense en ti cuando ve tu chocolate favorito en la tienda y te lo compre sin decir nada, simplemente porque sí. Qué bonito que alguien te haga tu comida favorita sin pedirlo. Que te proponga una película un martes cualquiera. Que no haya excusas ni compromisos, solo cariño en pequeñas dosis.
Pero seguimos callando.
Nos tragamos el “te quiero” por si no toca.
Nos quedamos con el “te echo de menos” atascado en la garganta.
Nos convencemos de que da igual, de que la otra persona ya lo sabe.
Yo me callo muchas cosas.
Demasiadas.
No sé si es por orgullo, por miedo o por costumbre. Pero lo hago.
No suelo decir cuando me acuerdo de alguien.
No suelo escribir cuando te echo de menos.
No suelo llamar cuando quiero saber cómo estás.
No quiero que pienses que soy una intensita, que dramatizo, que exagero.
No quiero que leas un mensaje mío y pienses “qué pesada ésta”.
No quiero que parezca que espero algo a cambio, que hay una segunda intención.
Así que me lo guardo.
Y cuando te veo en línea, pero no me atrevo a escribir, me digo a mí misma que seguro que estás ocupado.
Cuando paso por una tienda y veo algo que te encantaría, pero no lo compro, me convenzo de que es una tontería.
Cuando me acuerdo de aquella vez que nos reímos hasta quedarnos sin aire, pero no te lo cuento, pienso que ni te acordarás de ese día o que ya habrá otra ocasión.
Pero ¿y si no la hay?
¿Cuántas veces creemos que habrá otro momento y al final nunca llega?
Hoy he leído en El País que Fátima Ofkir ha regresado a Barcelona tras pasar siete años en una prisión de Omán. Pensé en lo que debe significar para ella reencontrarse con sus seres queridos después de tanto tiempo, y en cómo cada palabra, cada gesto, cada “me acordé de ti” debe tener ahora un peso inmenso.
Pensé en cuánto tiempo pasamos sin decir lo que sentimos, como si el tiempo estuviera garantizado.
Pensé en todas las veces que he querido decir algo y no lo hice.
Cuando vi un vídeo de aquel grupo de música que nos encantaba en nuestra adolescencia, y quise mandártelo, pero me frené.
Cuando volví a escuchar la risa de alguien que sonaba exactamente como la tuya, y sentí una punzada en el pecho.
Cuando pasé por nuestro sitio, aquel donde tomábamos café, y me di cuenta de cuánto lo echaba de menos.
Pensé en todas las veces que no he escrito “llegaste bien?” después de una cena, aunque me quedé pensando en el camino de vuelta a casa.
En todas las veces que no he dicho “te echo de menos” aunque lo sentía en el pecho.
En todas las veces que no he propuesto un plan, por miedo a que dijeras que no, aunque en realidad me habría encantado verte.
Pensé en aquella vez que estuvimos hablando hasta tarde y al día siguiente quise decirte que me alegró la noche, pero no lo hice.
En la vez que te noté diferente y me quedé con las ganas de preguntarte qué te pasaba.
En los cumpleaños en los que escribí una felicitación corta por no parecer demasiado efusiva, aunque en realidad me habría gustado decirte mucho más.
Pensé en todas las veces que quise abrazarte y no lo hice.
A veces, por miedo a molestar, lo que hacemos es alejarnos.
Y sin darnos cuenta, nos convertimos en esos amigos que un día fueron cercanos y hoy solo se cruzan felicitaciones de cumpleaños.
Y es triste.
Porque la vida ya es bastante corta como para pasarla en silencio.
Porque si algo nos demuestra la vida, una y otra vez, es que no tenemos asegurado otro momento.
Porque a veces la última vez que ves a alguien es solo eso: la última.
Solo hay una última vez que no supimos que era la última.
Así que esta vez no me callo.
Hoy me he acordado de ti.
Y esta vez, sí te lo digo.❤️🩹